Diciembre 2024
Por esas cosas de las casualidades ha llegado a mis manos un scooter antiguo, aunque con motor recién hecho, de 125 cc, un scooter con 20 años, con 108000 km recorridos, muchas "heridas de guerra", pero en pleno y sorprendente, perfecto estado de uso.
Mi conocimiento sobre los scooter´s es nulo.
Lo uso por lo que es su "hábitat natural", la ciudad. Ágil, útil, poco consumo, una buena herramienta para el día a día ciudadano.
Pero ¿que pasaría si hago una ruta con él?
Lógicamente no haría una ruta como las que hago con mi Explorer, pero una ruta corta, cerca de Barcelona, por carreteras secundarias para no entrar en autovías ni autopistas (aunque puede mantener velocidades de crucero de 80/90 km/h, no es ni su lugar, ni donde se encuentra mas cómodo).
Preparo una ruta corta (al menos para lo que yo estoy acostumbrado) de unos 160 km por la comarca del Penedés, un lugar espectacular con viñas hasta donde llega la vista, casa de muchas marcas de cava conocidas y de otras muchas no tan conocidas, aunque por eso no de menos calidad.
Innumerables bodegas de vinos de buena calidad y también de aceites.
Llega el día.
Salimos de Barcelona por curvas acompañadas de unas vistas espectaculares de la ciudad.
Empiezo a ponerlo a prueba en curvas.
Mejor de lo que esperaba.
La mañana es fría, cerca de los 6º, y el scooter no está equipado con los extras calefactables que lleva mi Explorer.
El cuerpo y las piernas no pasan apenas frío, me he puesto la misma equipación que cuando llevo la moto grande, pero las manos empiezan a notar los rigores del frío, están heladas, llevo los guantes de verano que unido a los puños calefactables de la Explorer, te hacen llevar la manos calientes, pero el scooter no lleva puños calefactables..., me recuerda a las salidas que hacíamos el siglo pasado y este, antes de los nuevos avances tecnológicos.
En el primer pueblo que pasamos paramos a tomar un café con leche bien caliente.
La camarera esboza una pequeña sonrisa al ver nuestras caras "la leche bien caliente...?", "si, porfa...".
Entrados ya en calor seguimos ruta.
Aparece el primer puerto y las primeras cuestas importantes, "podrá el scooter....?", sorpendentemente sube, a su ritmo, sin problemas, en la bajada me permito algún lujo y cojo el rebufo de un par de motos grandes que nos pasaron anteriormente en la subida, pero sin arriesgar demasiado, hay humedades y los neumáticos que lleva no los conozco bien.
Nos adentramos en el Penedés, viñas, carreteras secundarias, a veces pistas asfaltadas, disfrute a ritmo tranquilo.
Vamos por carreteras conocidas pero a un ritmo mas tranquilo, las disfruto de otra manera, descubriendo cosas que no había visto en las otras ocasiones.
Hacemos un pequeño tramo de pista, menos fácil del recuerdo que tenía en mi memoria, y "la peque" como la íbamos bautizando sin proponerlo, lo pasa sin problemas.
Llegamos a la primera parada prevista, para descansar nosotros y para que descanse "la peque".
Vista por un lado.
Vista por el otro.
Con una enorme silla al fondo, motivo de esta parada.
Seguimos ruta con menos frío disfrutando, a ritmo mas tranquilo, de este privilegiado entorno.
Llegamos al pueblo donde teníamos previsto parar para almorzar en un bar conocido en rutas moteras y por la red.
Pregunto a un lugareño por el bar y me dice "no te lo aconsejo, mejor vete al bar del pueblo".
De todas maneras decidimos ir al bar que teníamos previsto, lo encontramos y esta lleno, no hay sitio, pero si hay un ruido ensordecedor, salimos rápidamente y decidimos seguir el consejo del lugareño.
Preguntando lo encontramos, hay lugareños dándose un homenaje en forma de espectacular almuerzo, "parece que hemos acertado".
Y si, hemos acertado, un almuerzo espectacular y un trato cercano y amable "esto que no habéis acabado os lo ponga para llevar...?"
Con los estómagos llenos seguimos ruta entre paisajes otoñales, curvas sin fin, bodegas, pequeños y bonitos pueblos, todo a ritmo de poder disfrutarlo con calma y llegamos a la próxima parada.
Subida a un castillo con una pronunciada cuesta, podrá subir la peque...?, Subió, a su ritmo, sin problemas.
Vistas desde la cima.
El aparcamiento.
Cuando llegamos estábamos solos, pero al poco de hacer las fotos, empezaron a subir coches, ciclistas, parece un lugar popular.
Otra curiosidad del lugar.
Seguimos ruta poniendo rumbo para casa.
Curvas, curvas, curvas....
El mundo del scooter, como digo al principio, era desconocido para mi, pero me he sorprendido de la capacidad de estas motos.
Ya me estoy planteando hacer una transpirenaica con "la peque", con mucho tiempo y en rutas de 150 o 200 km diarios.
Quien sabe.
Nos vemos en la próxima.
Fotos: móvil.