sábado, 15 de febrero de 2020

Motards Quaternaris salida febrero.


Febrero 2020
(si clikais encima de las fotos se amplían solas)

Lluis había propuesto una salida, que pintaba muy bien, y tres del grupo nos apuntamos.
Quedamos en uno de los puntos de encuentro habituales.
Para ser febrero no hacía demasiado frío.
Al poco de empezar la ruta, empiezan las curvas.
También al poco empieza la niebla.
Niebla que iba aumentando la sensación de frío.
La sensación de que no era una mañana fría desapareció en  pocos kilómetros.
Íbamos pasando tramos tan sombríos y húmedos que incluso los espejos retrovisores se acababan empañando.
Lástima de la humedades que presentaba el asfalto, la ruta era de lo mas divertida, pero las humedades invitaban a ir con prudencia.
Nos acercamos al pantano de Sau y el frío y la niebla iban haciendo su trabajo, poco a poco y sin pausa.
Decidimos parar a almorzar para recuperar calor y de paso que se fuese levantando el día...o eso creíamos.
El calor lo recuperamos, pero la niebla seguía ahí.
Seguimos ruta y empiezan las carreteras, mas bien pistas asfaltadas, que nos acompañarían buena parte de la ruta.
Se ven los trabajos de limpieza debidos al temporal que hemos tenido estos días anteriores.


La diversión va en aumento que junto a la niebla, el clima tan particular de la zona, la humedad, el estado de la pista asfaltada, hace experimentar la sensación de estar explorando otros lugares lejanos, otras tierras desconocidas.


Cada curva es un nuevo descubrimiento.


Y tomas allá donde mirases.


Imágenes que invitan a la imaginación, junto con los ladridos mas parecidos a los de un lobo que a los de un perro que se oían en el ambiente.
Sonidos extraños.


Seguimos ruta.
Encontramos asfalto en buenas condiciones, aunque aún sigan tramos con humedades.
Podemos disfrutar mas del pilotaje, que de la aventura.
Las curvas, los kilómetros, los paisajes van pasando a la velocidad de disfrutar de ellos.
El entorno, la moto, el clima nos van dominando sin darnos cuenta hasta que el estómago nos invita a acordarnos de él.
Encontramos un estupendo sitio para hacer el picnic.
Aunque con las chaquetas puestas.
El sol se resistía a calentar el ambiente.


Con silenciosos invitados.


Después de la comida pasamos al país vecino, Francia, y las nubes y niebla desaparecen.
El país vecino nos recibe con un estupendo sol.
Disfrutamos de nuevo del pilotaje sobre asfalto.
Llegamos al tramo de tierra que había previsto.
Empieza sencillo, con algunos tramos de piedra suelta y roderas que lo complican un poco pero que se pueden superar.
Lluis se adelanta y nos hace estas fotos que tanto nos gustan.



Encontramos una curva de la pista en aparente muy mal estado y paramos para echar un vistazo.


Hay un torrente que suponemos debido a fuertes lluvias a abierto un  enorme socavón.
Lo que ha quedado en pie de la pista es un amasijo de barro y hojas, todo ello aderezado con placas de hielo.
Estamos a punto de volver atrás, pero decidimos intentar pasarlo.


Lo conseguimos pasar sin demasiados problemas, salvo el que suscribe esto, que me quedo enganchado en el barro y me tienen que venir a rescatar.



Es significativo el comentario de Lluis: "cada vez nos cuesta mas volver atrás".
Seguimos ruta y llegamos al asfalto.
Parada para descansar, hacer unas tomas y comentar el trayecto de pista.
Nuestras compañeras de aventura parecen que estén contemplando la majestuosidad y belleza de los pirineos.


El mar de niebla que nos ha estado acompañando toda la mañana.


El Canigó nevado.


Seguimos ruta.
Subimos otro puerto de montaña, esta vez por una pista cementada.


Con nuestras compañeras de aventuras en primer plano.


Llegamos al siguiente pueblo, paramos a tomar un café y decidimos hacer  un "to recto" para casa, la noche se nos echa encima.
Una salida que se nos ha hecho corta con sus casi 500 km.
Variada, entretenida y muy divertida

Fotos: Motards Quaternaris.
Nos vemos en la próxima.












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